Blogger Template by Blogcrowds.

jueves, 19 de mayo de 2011

Entrevista a uno de los grandes maestros del cine mexicano, JORGE FONS



Si hablamos de directores mexicanos que han forjado el cine en México indudablemente saldría a relucir el maestro Jorge Fons, un director que, como a muchos de sus contemporáneos, le costó hacerse un lugar en el pequeño y obstaculizado medio cinematográfico que existía en los años 60. Pero que un país como el nuestro necesitaba urgentemente para alentar con sus trabajos a más jóvenes interesados en este arte.

En los 90, Fons dirigió la excelente adaptación cinematográfica de la novela “El Callejón de los Milagros”, del novelista Vicente Leñero. Cinta que además de ser considerada una de las tres mejores películas mexicanas de las últimas décadas, permitió catapultar a Salma Hayek a la pantalla grande, así como exponer de manera fastuosa las habilidades actorales de todo el elenco.

Con este filme, Fons logró sorprender por su estructura y ritmo, pero a su vez espantar y asombrar a unos cuantos con el personaje de Don Rutilio, un macho mexicano que entrado en los 50s decide liberar sus instintos y deseos homosexuales con un joven del cual se enamora. Hechos que si hoy en día pueden resultar un poco turbantes para algunos, ni qué decir en aquella época.

Para que nos comentara más de su trabajo y sobre este controvertido personaje, le realice la siguiente entrevista al director Jorge Fons:

¿Cómo definiría usted la trayectoria del cine de su época a la época actual?
Es una trayectoria llena de cambios. Desde la imposibilidad de entrar a la industria, hasta un momento de muchas actividades que permitieron el ingreso y la participación activa de los jóvenes. Nosotros, en los 60, teníamos una especie de muro totalmente alto, grande y fuerte que nos impedía entrar a la producción profesional.
En cuanto a la producción no profesional e independiente, también era muy difícil ya que los equipos y materiales eran muy costosos. No había cuadros formados en esa área independiente para formar grupos de trabajo: Tú fotografías, yo actúo, él dirige… no había esas facilidades que existen ahora.
En la actualidad, ese muro lo derribamos cuando entramos nosotros. Quien tuviera trabajo dentro de la producción de una película, estaba automáticamente dentro del sindicato; y años después, se afiliaba al sindicato quien quisiera y quien no, simplemente no entraba.
En segundo lugar, hoy en día hasta con un celular se puede realizar un corto. Ahora, en la misma industria del cine se puede entrar con relativa facilidad. Armando un buen proyecto con un buen guión, siempre habrá quién se anime a invertir en él.
Aparte, ha habido cambios tecnológicos, cambios en el lenguaje dentro del cine que se dividía antes en distintos géneros, como el de la Revolución, el de las familias, el de charros, el de cabareteras. Entre todo ese cine, también existía un cine de autor: Luis Buñuel, Luis Alcoriza y grandes cineastas como el Indio Fernández, Gavaldón, Bracho, Fernando de Fuentes.
El lenguaje también se ha tecnificado, se ha hecho más conciente, más meticuloso. Ha habido una considerable cantidad de cambios, se puede decir que se ha democratizado el cine, a pesar de que aún existe una tendencia elitista. Uno aspiraría a un medio en el que las masas también participaran, pero esos son “sueños guajiros”.

¿Quiénes son los maestros de un maestro? ¿Cómo fue su formación en cuanto al cine?
Bueno, yo pertenezco a la primera generación del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), y como fuimos los primeros alumnos, los maestros no lo eran en términos prácticos, en realidad, eran cinéfilos como nosotros. Querían vivir y participar en el cine, pero no habían hecho cine, eran unos platicadores extraordinarios. Empezando por el propio Gabriel García Márquez, Salvador Elizondo, José de la Colina, Manuel Michel, todos eran gente maravillosa, pero no sabían hacerlo. Los únicos que lo habían estudiado eran Elizondo y Michel. Los demás eran apasionados. Así transcurrió mi primer año.
Después llegaron maestros que venían del quehacer cinematográfico, como Gloria Schoemann o Carlos Velo de la edición, Carlos Reynosa y Walter Reuter de la fotografía. Así fue como me empecé a nutrir y a aprender cada vez más. Yo siempre consideré que lo que hacíamos ahí era una gran “cazuela” en donde se cocinaba una sabrosa participación de muchos elementos, de puros amantes del cine.
Posteriormente aprendí mucho sobre otra área que es fundamental en el cine, el guionismo.

¿Con qué personaje de sus películas se identifica más?
Yo creo que uno acaba identificándose con todos en algo, incluyendo desde luego, a los personajes femeninos. Me parece que todos son la suma de uno mismo y al tiempo lo contrario de lo que uno es. Por ejemplo, uno acaba amando igual al santo que al asesino. ¿Por qué aquél personaje se volvió así? Observamos que son las circunstancias del medio social en el que han crecido, que los van orillando a vivir de cierta manera. Al final terminamos entendiendo que todos somos esos santos y asesinos, solo que uno se va desarrollando más conforme a sus circunstancias. Pienso que son éstas las que van determinando las acciones de los personajes y, por tanto, uno acaba identificándose y amándolos a todos.

¿Cuál fue la primera película que vio, que más lo marcó y que recuerda con gusto?
Yo recuerdo dos, de muy pequeño: El Gran Dictador de Chaplin y Guliver en el País de los Enanos. Desde luego, vi todo el cine mexicano de la época. Éste tenía una distribución y una exhibición muy amplia, masiva, que prácticamente era imposible perdérselo. A pesar de que el norteamericano también se veía bastante, tenía su propio lugar entre los demás, no existía ese avasallamiento que tiene acaparadas todas las pantallas del planeta en estos días.

En el callejón de los milagros, ¿cómo llega a la creación del personaje de Don Rutilio?
Bueno, nosotros estamos acostumbrados a ver al pater familia macho y atrabiliario y esos rasgos los hemos conocido históricamente; pero a mi me interesaba mucho mostrar lo que escondemos y lo que no estamos dispuestos a mostrar mas que en determinadas circunstancias. ¿Por qué libera Rutilio sus deseos homosexuales? Porque ya está más allá del bien y del mal, hizo sus cuentas y notó que no le puede faltar nada si dice quién es verdaderamente. Ese es Rutilio, alguien que dice las cosas un poco tarde, pero que al menos las empieza a decir. Es un personaje muy complejo y muy grande. Encierra muchas cosas: una brutalidad machista con su mujer, y al mismo tiempo una ternura con la familia misma. Porque el viejo es un tendero, es un hombre taimado que se fija en todo, que está al pendiente de todos. Entre otras cosas, es un diverso sexual. Lo importante es ¿qué más traes dentro? La sexualidad no es lo importante y hay que fijarse más allá de ésta. Lo que importa es qué más te puedes aportar para los demás.


¿En estos momentos se siente completo, satisfecho con lo que ha hecho, o existe algo que aún quiera realizar?
A mí me hubiera gustado hacer mucho más, aunque no sepa qué. Satisfecho no se siente uno; se siente más bien en deuda. Uno siente que podría haber creado más y mejores cosas. Ese sentimiento sin embargo, alberga al mismo tiempo algo propositivo, que es lo que nos impulsa a seguir adelante.

No hay comentarios: